En el día a día de un despacho de abogados, hay figuras que pasan demasiado desapercibidas… hasta que las necesitas de verdad. El procurador es una de ellas. Y aunque en muchas ocasiones se le ve como ese engranaje burocrático que “presenta escritos y recibe notificaciones”, lo cierto es que un buen procurador puede marcar la diferencia entre una práctica jurídica eficiente o un auténtico caos procesal.
¿Estás colaborando con un procurador que realmente aporta valor a tu práctica jurídica o únicamente cumple con las funciones básicas?
El procurador es más que un transmisor de escritos y notificaciones
Todavía persiste en algunos entornos jurídicos una percepción limitada del papel del procurador: la de mero transmisor de escritos y notificaciones. Este enfoque reduccionista no solo empobrece la figura del procurador, sino que también impide a muchos despachos aprovechar todo su potencial estratégico.
Sin embargo, cuando se elige bien —y se colabora con un profesional verdaderamente comprometido—, el procurador puede convertirse en un valioso aliado procesal: un radar judicial, un traductor de tiempos y dinámicas jurisdiccionales, y un verdadero apoyo técnico en la complejidad del proceso.
Qué hace un buen procurador
Por supuesto, el artículo 23 de la Ley de Enjuiciamiento Civil (LEC) define unas funciones básicas: personarse en nombre del cliente, representar a las partes, gestionar notificaciones. Pero el verdadero valor añadido del procurador comienza cuando asume un papel más activo, más comprometido y orientado a resultados:
- Prevención procesal: un procurador con visión detecta inconsistencias, plazos atípicos o movimientos procesales que podrían comprometer la estrategia del despacho, incluso antes de que sean evidentes.
- Conocimiento del terreno: la familiaridad con el funcionamiento interno de cada juzgado —ritmos, criterios no escritos, buenas prácticas— es una ventaja competitiva que no figura en los manuales, pero puede marcar la diferencia.
- Coordinación fluida con el despacho: un buen procurador actúa como una extensión del equipo jurídico. Informa de manera proactiva, anticipa necesidades y ayuda a mantener el control del procedimiento sin que el abogado tenga que perseguir información constantemente.
El valor añadido de un buen despacho de procuradores
Hay aspectos del trabajo del procurador que no se reflejan en una minuta, pero que son claves para el éxito de un procedimiento:
- Revisión exhaustiva de cada presentación para evitar errores formales que puedan entorpecer la tramitación.
- Comunicación depurada: las notificaciones relevantes llegan ya contextualizadas, con una explicación clara y útil.
- Seguimiento constante del expediente, sin dejar que los procedimientos se “enfríen” en un estante.
- Anticipación inteligente: preguntarte si vas a recurrir antes de que venza el plazo no es un gesto, es una muestra de profesionalidad.
En definitiva, un buen procurador no debe limitarse a tramitar, debe pensar contigo.
Señales de alerta: tu procurador ya no te aporta valor
En ocasiones, las relaciones profesionales se mantienen por inercia, incluso cuando dejan de aportar valor. Algunas señales que indican que es momento de replantearse esa colaboración:
- Te notifican cuando el plazo está a punto de vencer.
- Eres tú quien debe recordar la presentación de escritos.
- No tienes un contacto fluido ni conoces personalmente a tu procurador.
- Nunca se anticipa ni propone soluciones.
Si varias de estas situaciones te resultan familiares, quizá ha llegado el momento de buscar un nuevo despacho de procuradores con quien colaborar.
Cómo elegir a un procurador que realmente sume
Aquí algunas claves para identificar al profesional que marcará la diferencia en tu práctica jurídica:
- Visión jurídica: necesitas a alguien que comprenda el procedimiento, lo anticipe y actúe con criterio jurídico.
- Conocimiento local: un procurador que trabaja en tu jurisdicción y la conoce bien aporta una visión estratégica real.
- Agilidad y comunicación eficaz: más allá del email, es clave la inmediatez en la respuesta y la disponibilidad ante urgencias.
- Capacidad de integración: debe entender la dinámica de tu despacho y adaptarse a ella con naturalidad.
- Formación continua y dominio técnico: desde LexNET hasta las últimas reformas procesales, el procurador debe estar al día.
Un procurador que actúa como parte de tu equipo
La diferencia entre ver al procurador como un mero tramitador o como un verdadero colaborador estratégico es significativa. En Sevilla Flores lo tenemos claro: no solo gestionamos la representación procesal; colaboramos activamente con cada cliente para que el procedimiento fluya con rigor, eficiencia y seguridad jurídica.
Nos implicamos desde el primer momento: revisamos, alertamos, sugerimos, y nos coordinamos para que los asuntos avancen de forma ordenada. Porque el procedimiento será siempre tuyo, pero recorrerlo juntos, de forma sincronizada, es lo que permite alcanzar mejores resultados.
¿Buscas un procurador que aporte de verdad? Contacta con nuestro equipo.